Hoy, después de dos meses, volví al colegio. Pero esta vez no fui para que me diesen unas cuantas clases ni para escaparme de ellas. Esta vez fui para saludar. ¡Ah, porque yo soy ex alumna! Pero debo reconocer que lo sentí ajeno y diferente, ya no me pertenecía, ya no era mío (después de haber asistido catorce años de tu vida a un sitio, es tuyo por derecho). Habían remodelado la infraestructura y contratado a nuevos profesores. Me dio mucha pena ver que nada era como antes, que ya no regresaría más a las aulas. ¿Qué se supone que diga? ¿Que no me importa más el Claretiano? ¡Jamás! Ese es el lugar en donde me formé, conocí a mis amigos que con el tiempo se convirtieron en mi familia, me ilusioné por primera vez, aprendí muchas lecciones interesantes e importantes. No. No puedo-ni debo-expresarme mal de mi segundo hogar. El Colegio Claretiano ha sido, es y será siempre un sitio muy importante para mí.
¡Viva el Colegio Claretiano!
P. A. Zumaeta
P. A. Zumaeta