"¿El sentido de la vida? Primero, procurar no fallar; luego, procurar fallar sin desfallecer". (Fernando Savater, Ética para Amador)

viernes, 27 de febrero de 2015

¡Colegio Claretiano!

  Hoy, después de dos meses, volví al colegio. Pero esta vez no fui para que me diesen unas cuantas clases ni para escaparme de ellas. Esta vez fui para saludar. ¡Ah, porque yo soy ex alumna! Pero debo reconocer que lo sentí ajeno y diferente, ya no me pertenecía, ya no era mío (después de haber asistido catorce años de tu vida a un sitio, es tuyo por derecho). Habían remodelado la infraestructura y contratado a nuevos profesores. Me dio mucha pena ver que nada era como antes, que ya no regresaría más a las aulas. ¿Qué se supone que diga? ¿Que no me importa más el Claretiano? ¡Jamás! Ese es el lugar en donde me formé, conocí a mis amigos que con el tiempo se convirtieron en mi familia, me ilusioné por primera vez, aprendí muchas lecciones interesantes e importantes. No. No puedo-ni debo-expresarme mal de mi segundo hogar. El Colegio Claretiano ha sido, es y será siempre un sitio muy importante para mí.

¡Viva el Colegio Claretiano!

P. A. Zumaeta

viernes, 20 de febrero de 2015

  Él es ese típico hombrecito pequeño que camina por todos lados silbando sin parar, sin importarle siquiera la ocasión: en el baño, silba; en la cama, silba; en el carro, silba; en las escaleras, silba; en la mesa, silba. ¡Cuánto lo detestan sus compañeros de trabajo! Pero no precisamente por su alegría que tanto lo caracteriza, ni por su fascinación por silbar, sino porque le tenían envidia. Sí. Envidia. Envidia porque era el único que además de silbar, tenía tiempo para leer.

P. A. Zumaeta

jueves, 19 de febrero de 2015

  Pasó. Pasó lo que tanto temía. Pasó que resultó que jamás te conocí por completo...

P. A. Zumaeta

sábado, 14 de febrero de 2015

¡Feliz Día de San Valentín!

Su piel callada
Su alma dormida
Su penetrante mirada
Su amplia sonrisa
Derramaban aquel día
Tan deliciosa fragancia
Y mientras que en la habitación emanaba
Aquella fragancia extraña
En mí despertaba
Un amor sin medida
Y la vela encendida
A todos demostraba
La belleza de la vida
Porque en ese tiempo no temía
Gritarles que te quería
Y juro por Dios,
Mi vida,
Que no desvarío
Al decirte que aún te amo

P. A. Zumaeta

jueves, 5 de febrero de 2015

No le digas a nadie la verdad...

Solo tú y yo conocemos la verdad. No vayas comentando por allí que sangro por la herida al escribir. Solo nosotros dos sabemos por qué no he regresado a ese sitio de ambiente hostil. Al parecer, no tuviste inconveniente alguno con creerte superior a los demás. ¡Qué fatuo resultaste ser! Sí. Fatuo y manipulador. No quieras hacerte el sorprendido ahora porque tú sabes muy bien a lo que me refiero. Te sentiste con el derecho de controlar mi vida a tu antojo. Creíste estar viviendo la vida de un ajedrecista y me tomaste por una pieza más del tablero, me manejaste a tu conveniencia, sin importante absolutamente nada. No me engañes ni intentes pedirme perdón, pues ya no confío más en ti. Tampoco te atrevas a calificarme como injusta, ya que el único injusto fuiste tú; al asegurarme que me apoyabas cuando en verdad disfrutabas con mi dolor. No. No te estoy reclamando nada ni te estoy faltando el respeto... ¡Respeto! ¿Sabes cuál es el inconveniente? Que creo que ya ni siquiera te tengo respeto. No puedo reclamarte nada porque el error fue solo mío. Sí. Mío. Mío porque me lo advirtieron y yo no quise darme cuenta...

P. A. Zumaeta


martes, 3 de febrero de 2015

Lealtad...

Comentan que desde su partida te has convertido en un mar de lágrimas. Las lenguas de las víboras no han tardado en asegurar que el responsable de todo fuiste tú, te han echado la culpa de todo sin siquiera tomarse la molestia de escuchar razones. Sé que ahora no lo puedes entender, pero así es mejor a veces. Es mejor que te alejes de esas personas con doble moral que lo único que hacen es engañar. Solo tú sabes la verdad. Solo tú sabes que no fuiste tú quien falló. Solo tú sabes que cometió un error. Pero a pesar de saber la verdad, no se la digas a nadie... Quédate callado. No comentes con tus amigos ni sus defectos ni sus errores, demuéstrale que eres diferente y que tú sí conoces el significado de lealtad.

P. A. Zumaeta